Stop.

Llegas a un momento en la vida en el que eres una "persona adulta", y tienes que resolver tus problemas, tienes que hacerle frente a la vida con la mirada altiva aunque tengas el corazón hecho añicos.

Llega ese día cuando pensabas que no podía ser peor y al guionista se le ocurre que sí, y ya fuiste.
Justo cuando pensabas que tocaste fondo, descubres que había un espacio más profundo al que caer.

Renunciar a todo, cuando todo es apenas el amor de tu vida (y pensabas que ya no ibas a amar a nadie), es como si la vida se empeñara en joderte. Es como si hubiera siempre una fuerza mayor que se ha empecinado con tu existencia y pareciera que siempre te está cagando (o tú la estás cagando).

Ya no sé qué es verdad y que no en esta tierra, he conocido tanta gente, he caminado tantos infiernos pensando que eran el cielo hasta que ardí.

Es como si el universo conspirara para darte un mensaje que no logras descifrar (o no te agrada el mensaje).

Y es justo ese momento cuando recuerdas que ya no tienes 15, que aún no terminas tu carrera y te quedaste sin fondos para pagar la universidad (o cualquier otra deuda), cuando te das cuenta que eres como un insignificante grano de arena en esta inmensa playa que es el mundo.

"No podría ser peor", piensas y resulta que siempre puede ser peor. Resulta que siempre hay más dolor, la vida se ingenia para torturarnos hasta el punto de creer que vamos a morir y no nos mata.

Si hay Dios, que me salve, que me atraiga hacia Él, que me abrace con sus alas y me diga que ME AMA.


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