Sé como el sol.

Sé como el sol, que aunque muere todas las tardes amanece resplandeciente y con más brillo.
Tienes que ser así, sólo somos aves de paso en este mundo, como la flor de un día.

Así de frágiles, como yerba pasajera.

Si todos nosotros, los seres humanos racionales fuésemos realmente conscientes de esta condición de mortalidad inevitable, creo que el mundo sería tan distinto al que conozco. Que pena que en este mundo existan personas tan cortas de mente que viven como si fuesen a permanecer eternamente en esta tierra.

En realidad es el único sentimiento que me generan este tipo de personas, pena. Pena, porque por tratar de malograrles el día a los demás o tratar de hacerle daño a alguien pierden tiempo, tiempo que no regresará nunca. Pena porque no han conocido el significado del perdón, del amor verdadero, de la solidaridad, de la amistad sincera y de todos esos sentimientos que nos hacen más ideales aunque menos perfectos, más humanos.

Qué triste y vacía ha de ser la vida de estas personas que sólo buscan los bienes materiales, que sólo buscan el placer pasajero. Que viven atemorizados de perder sus cosas, olvidándose que la felicidad no está al final de camino sino a lo largo del mismo.

Qué vana ha de ser sus vidas, sin un sentido verdadero. Que no saben servir al prójimo por legítima amistad, sino que siempre están esperando algo de retorno, ya sea posición, economía o cualquier otra cosa sin valor perenne.

Lo único que nos llevamos al morir, creo en mi humilde opinión, son los recuerdos, las sonrisas, los sentimientos. Lo que fuimos, al final del camino no es la ropa que usamos en vida, no son las cosas que poseímos, no son los títulos, los grados, ni nada de esas cosas. Lo que fuimos lo marcan en realidad los momentos en los que perdimos el aliento ya sea por alegría o por tristeza, lo que fuimos lo determina cuántos corazones hemos tocado con nuestra vida, cuántas vidas hemos bendecido con nuestra esporádica existencia, cuántas manos tomamos. cuantos sueños compartimos, cuantas ilusiones realizamos.

De nada sirve tomar venganza de las cosas malas que nos hacen, de nada sirve querer fregarle la vida a otra persona, terminamos dañándonos a nosotros mismos.

Por eso prefiero la paz, la tranquilidad y de vez en cuando el silencio.

Comentarios

Entradas populares