Sarita

Allá, cuando yo era una niña de más o menos 14 años, bueno ya era una adolescente; estaba integrando al grupo de maestros de la escuela dominical de una iglesia local a la que asistía, enseñaba a niños entre cuatro y seis años de edad. Recuerdo que hubo un seminario para todos los maestros de de niños de toda la ciudad, la sede era la iglesia a la cual yo asistía así que igual tuve que estar presente (aunque en esa época me encantaba formar parte de esas actividades, se aprendía mucho). No recuerdo cuantos días de seminario fueron en total pero lo cierto es que yo todos o casi todos esos días me senté a lado de una mujer muy especial, no la conocía, fue allí donde la vi por primera vez, era muy empeñosa y amigable también.

Recuerdo que nos mandaron a hacer una manualidad  con  una hoja de palmera según las indicaciones y a muchos de nosotros, la mayoría jóvenes, no nos quedaba bien. A mí no se me armaba para nada la obra, me iba a dar por rendida, es que hacer cosas hermosas con las manos no está dentro de mis aptitudes naturales. Entonces esta mujer me enseñó que ella ya lo había terminado y perfectamente, me dijo:" inténtalo hasta que te salga, mira yo que soy una discapacitada, una mujer que algunos pueden pensar que no puedo hacer nada, ya lo hice" -  Fue en ese momento cuando me di cuenta de que ella no era una persona común y corriente, era una persona muy especial. Resulta que tenía muchas deficiencias físicas. Es cierto que al principio no la vi muy normal, pero no me había dado cuenta de todas sus limitaciones, pienso que también fue porque ella no parecía una persona amargada como muchos de nosotros, ella siempre parecía estar feliz. Ese día aprendí las  lecciones más importantes en mi vida y desde entonces no las he olvidado: NO TE RINDAS, NO TE QUEJES, NO DIGAS "NO PUEDO" y SONRÍE SIEMPRE.

Cuando terminó ese seminario no volví a ver a esta señora tan especial. Pensé que no volvería a verla, como a muchos otros maestros que conocí allí.

Dos años después, por decisión de mis padres empecé a asistir a otra congregación en la ciudad y allí conocí a otra mujer grandiosa, de ella les contaré más en otro momento, pero es una persona a la que quiero mucho, ,muchísimo. Compartí con ella muchas cosas y al final es como parte de mi familia, o yo de la suya (creo). El tema es que resulta que la primera mujer es hermana de esta amiga mía. Fue una grata sorpresa volver a verla y con el tiempo compartir pequeños momentos en la vida, momentos inolvidables que marcan no sólo la memoria sino también el corazón por siempre.

 El domingo último (24- Nov -2013), me invitaron a participar de su cumpleaños número 50, su nombre es Sara, me siento muy dichosa de haber podido estar presente en la reunión y de haber podido participar con mi arte y alegrar su corazón, ver la alegría en el rostro de una mujer que jamás se dejó vencer, no se rindió y al contrario ha logrado muchas cosas en su vida a pesar de las limitaciones físicas que pueda tener, no tiene precio. 

Ver su sonrisa sincera, esa alegría que muchas personas teniéndolo todo no pueden sentir. Verla feliz, compartiendo un acontecimiento que para ella es tan importante. Definitivamente NO TIENE PRECIO.

Gracias familia Ferreyra  por permitirme ser parte de sus alegrías. Los quiero.

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Muchas gracias a ti por entrar en la nuestra, como una pericotita...jijiji (es por el tamaño nada mas ) simpatica tu apreciación
Unknown ha dicho que…
Muchas gracias a ti por entrar en la nuestra, como una pericotita...jijiji (es por el tamaño nada mas ) simpatica tu apreciación

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