Y ahí estuvimos guapo

Y ahí estuvimos guapo, mirando la luz a través de la ventana. Aquella noche cuando yo decía “es tan raro, como todo lo que compramos las mujeres al final es para la persona que aman, porque eres tú el que va disfrutar de ver, de tocar, de sentir”. Sentada sobre tus piernas, contando esos segundos en mi mente, mientras acariciaba tu rostro, tocando la barba afeitada, dibujando con mis dedos tu fino perfil. Eras una mezcla de amor y tristeza, un lenguaje ambiguo que muy tarde comprendí, soñando que fuera para siempre, y sabiendo que mañana sería igual que ayer: aquí no pasó nada.

Y ahí estuvimos guapo en aquel viejo motel como dice la canción, entre lágrimas y gemidos ahogados, los dos acostados mirando los espejos, tu acariciando mi cabello, quien sabe si por lástima o porque hubiera sido un segundo eterno como lo fue para mí, más adelante me dirías con una canción: “gitana, gitana, gitana, gitana, tu pelo, tu pelo, tu cara, tu cara. Sé que nunca fuiste mía, ni lo has sido ni lo eres, pero de mi corazón un pedacito tu tienes.”

Y ahí estuvimos guapo, sobre tus sábanas blancas como dice otra de nuestras canciones, íbamos a volar junto a las palomas que adornaban la cabecera que lleva aun hoy, tu nombre grabado. Con los animales revoloteando por la casa, gatos y perros, todos juntos. “Nunca estuvo otra aquí, este lugar es tuyo, solo tuyo”- hablabas con tu voz única poco sensual pero tuya, mirándome a los ojos, podía ver brillar una luz al fondo de tu mirada. “Y vamos a volar entre sábanas blancas”.

 Y estuvimos ahí guapo, en el economato, entre sobres y hojas bond, entre archivadores y columnas de papel continuo. Éramos los dos solos tú y yo y nuestras prendas, descubriendo el mundo, recuerdo que me mordías los labios y tus manos conocieron por vez primera mi piel. Te llevabas mi alma.


Y estuvimos ahí guapo, en media sala con la salsa sonando por los parlantes “estamos en peligro de que no haya marcha atrás, tu cuerpo y mi cuerpo no se pueden despegar, tenemos cada corazón apunto de estallar…” Yo pisándome sobre tus pies, bailabas y reíamos. Me sostenías en tus brazos como la última vez. Qué felicidad pasajera que me dio la vida y luego me la quitó.

 Y estuvimos ahí guapo, detrás del mostrador, dándonos besos, recuerdo como si fuera ayer cuando esa señora nos descubrió, fue muy vergonzoso, pero fue lindo. Y ahí estuvimos guapo, en el mismo lugar, sobre las mismas sábanas, los mismos espejos, las tristes despedidas: - “Abrázame fuerte, tal vez esta sea la última vez que nos veamos” - “No digas eso Laurita, uno nunca sabe lo que va pasar, todo es posible mientras estemos vivos.” “Ahora sí Laurita, abrázame porque esta es la última vez que nos vemos” – “No digas eso, tú me dijiste que uno nunca sabe lo que va pasar, todo es posible mientras estemos vivos”.

 Y ahí estuvimos guapo, en cada recuerdo, en cada lugar. Me dijiste por el auricular “lo recuerdo como si fuera ayer”. Yo también guapo, lo recuerdo todo como si fuera ayer, como si fuera hoy. Tantos momentos, tantas palabras, tantos recuerdos que hoy se vivifican en cada lágrima que escapa de mis ojos al pensar en ti. Y ahí estuvimos guapo, separados por el vidrio, separados por el frío de la muerte, separador por ese hilo de vida que se rompió. Estuvimos ahí, dándonos el último adiós, sintiéndonos por última vez, tú estabas tan frío, tan impenetrable, tan imperturbable. Ahí estuve guapo, mirándote por vez última, sintiendo que el corazón se moría en mi pecho, que se me reventaba, que se me destrozaba. Ahí estuve mirándote, sin poder hacer nada más que llorar.

 Y ahí estuvimos guapo, en camino hacia tu última morada, sintiendo la impotencia de que esta realidad no iba cambiar con nada ni por nada, sintiendo como te llevabas mi alma, sin poder creer que eras tú el que iba dentro de esa caja, ahí estaba guapo, en ese momento cuando ibas ingresando a la tierra, sintiendo como un cuchillo atravesándome el pecho, como la muerte misma a mi lado sin ganas de llevarme contigo.

 Y aquí estoy guapo, tratando de entender lo que pasó, de aceptar que ya no estás y que no volverás. Extrañándote más que nunca, soñando que vuelves, buscándote en cada beso, en cada abrazo, en cada sonrisa, en cada mirada. Al final, como decías: “tú y yo vamos a terminar juntos”.

Comentarios

Entradas populares