Historia: Post I

Simplemente Bellas


-Alexandra: No, no me estás comprendiendo. – Tomando del brazo bruscamente a Galia y con una voz histérica)

- Galia: Qué quieres que comprenda, ¿qué no sabes qué hacer con tu vida? – en alta voz y tratando de quitarse de las manos de “Ale”.

- Alexandra: ¡Cállate! – Soltándola contra la cama de dos plazas súper confortable de niña rica de Galia.

Ambas quedan en total silencio, “Ale” se coge de la cabeza casi tirándose de los cabellos rubios y bien cuidados, quedando completamente despeinada.

- No entiendes nada Galia, tú no sabes lo que es estar en mi lugar - Mientras se sienta rendida y pensativa a lado de Galia, quien ya se había reincorporado sobre la cama.

- No Ale, definitivamente no- Y la abraza con ternura, como quien siente lástima sin poder solucionar nada en absoluto.

- Y qué haré ahora, no tengo la puta idea de lo que debo hacer.- Mirando al vacío, como lamentándose de su situación, sus ojos azules destellaban tristeza y confusión.

- Es que sólo lo puedes solucionar tú. Nadie más que tú. -presionandola entre sus brazos.

- Mierda Galia, de saber que mi vida sería tan fácil y tan complicada a la vez no hubiera venido a este mundo- Echándose en la cama llevándose con su peso a Galia.

Galia sólo se dejaba llevar por ese remolino de emociones sin sentido, por esa bola de nervios, por esa hormona con patas que llevaba por nombre Alexandra, la miraba con esos ojos grises que volvían loco a cualquier hombre, la miraba con compasión, con ternura, sin poder hacer nada.

- Sabes Ale, lo único que me queda claro es que esta vida de mierda que te ha tocado vivir, estoy yo. Y siempre voy a estar aquí a tu lado ¿me ves?

- Claro que te veo loquita, perdóname ¿si? No tienes la culpa de todas estas estupideces en las que ando metida, es una vaina ser mujer.

- Sobre todo una mujer con tan bellas facciones y buenos dotes naturales.

- Ya mierdita, tú no te quedas atrás, quisiera ser horrible, así los hombres se quedarían lejos de mí, no se me acercarían, no quisieran tocar mi piel y hacerme el amor apasionadamente.- hablaba echada mientras recreaba movimientos eróticos, rosando parte del cuerpo de Galia con sus manos, simulando el momento sexual.

- ¡Ya, ya, ya… párala! ese es tu problema ¿no? Estábamos tratando de encontrarle una solución, pero como ya te dije Ale, el problema reside en ti, solamente tú puedes detener tu propio círculo sexual.

- Ok, ok, ok. Yo tengo la culpa de todo ¿no es así?

Silencio entre ambas, se quedaron calladas, alguien tocaba el timbre, eran como las 8pm del viernes, Galia no quiso atender, total no tenía familiares en Iquitos, estaba sola, sus padres, que eran toda la familia que conocía o por lo menos con la que ella quería contar, se habían mudado a la capital por asuntos de negocios y ella decidió ejercer la carrera aquí. Vivía en un departamento que su padre le compró después de poner en alquiler la casa familiar, cuya renta pagaba los gastos mensuales de la holgada vida de Galia, sin contar las propinas que su madre le enviaba casi semanales y sus ingresos propios.

Se quedaron quietas, escuchando una la respiración de la otra, quién sería, no importaba. Debió haberse cansado de esperar a que atendiesen, las chicas se quedaron dormidas del cansancio.

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